Como pediatra siempre me encuentro con alguna familia que tiene un niño que pone a prueba los límites la autoridad y la paciencia de sus padres. Con pataletas, gritos, y a veces agresión, crean situaciones muy estresantes cuando quieren obtener algo que se le es negado, y muchas veces lo obtienen por cansancio de sus padres. Una vez establecido este mecanismo “de poder”, de obtener lo que quiere, ya no necesita hacer un berrinche o algo parecido, basta negarse a obedecer, reclamar o ponerse intransigente y listo, gana la batalla porque sus padres están cansados de luchar con él (ella). Así, nace el dictador de la casa.
Cuando veo estas situaciones no me molesta el niño sino la actitud permisiva de sus padres que han llegado al extremo de dejarse incluso pegar para no contrariarlo. Estas conductas son totalmente responsabilidad de los padres por no dejar bien en claro quién o quiénes son la autoridad y cuales las reglas que debe respetar. Y esto es indispensable para el óptimo desarrollo emocional y mental del niño.
En forma natural los niños, desde muy pequeños, al extender “su campo de acción” primero al gatear, luego al caminar y correr, desafían el derecho que tienen sus padres a ejercer autoridad sobre ellos. “Es normal que un niño intente influir en su entorno, así defiende sus espacios. Sólo que necesita reglas claras (y pocas), y debe saber cuáles son las consecuencias por no cumplirlas.
Dr. Aníbal Del Águila Escobedo
Médico Pediatra
CMP 22628 RNE 14218