Dr. Roberto Rivero Quiroz
Pediatra Neonatólogo
Past Presidente SPP
Dr. Roberto Rivero Quiroz
Pediatra Neonatólogo
Past Presidente SPP
Dra. Sarah María Vega Sánchez
Pediatra y Neonatóloga
CMP 09699 – RNE 4845
Es importante saber que, en la mayoría de los casos, cuando las madres toman medicamentos pueden, y deben, continuar con la lactancia. Lamentablemente, con mucha frecuencia, es una razón por la que se suspende la lactancia y, para colmo, por recomendación de un médico u otro profesional de la salud.
Si bien la mayoría de los medicamentos pasan a la leche, lo hacen en muy pequeñas cantidades, que no son dañinas para los bebés.
Son muy pocos los medicamentos que pueden causar algún problema al bebé o disminuir la producción de leche, además se usan infrecuentemente y muchas veces se pueden reemplazar por otros no dañinos o, en ocasiones, puede postergarse su uso hasta después de completar el periodo de lactancia.
Suspender la lactancia conlleva más riesgo que continuarla cuando la leche materna contiene una pequeña cantidad de algún medicamento.
Por ello, cuando se tienen dudas acerca del efecto de un determinado medicamento sobre el bebé, se debe consultar una fuente de información confiable. Una fuente de información muy completa y accesible es la página web e-lactancia.org, donde no sólo informan sobre fármacos sino sobre productos alternativos, hierbas, procedimientos, contaminantes, enfermedades maternas y del lactante, en base a la investigación científica y a las evidencias actuales. El prospecto que viene en el envase del medicamento es la fuente menos recomendable, ya que casi siempre dice que el fármaco no se debe usar durante la lactancia o que su uso acarrea algún peligro o, en el mejor de los casos, sugiere que consulte a su médico y, como dijimos al inicio, a veces es el médico quien suspende la lactancia porque no tiene la información precisa o porque cree que la lactancia y la alimentación con fórmula son equiparables.
Al suspender la lactancia y alimentar a los bebés con fórmula, se les deja de proporcionar los elementos necesarios para su óptimo crecimiento y desarrollo, tanto físico como emocional, y los pone en riesgo de enfermedades como otitis, diarrea, neumonía, alergias, etc… y aún, años después del periodo de lactancia, los niños que fueron alimentados con fórmula cuando eran bebés, tienen más riesgo de esas mismas enfermedades y de otras condiciones, como obesidad, diabetes, leucemia, menor cociente de inteligencia, etc … y las madres también sufren más de diabetes tipo 2, presión arterial alta, cáncer de mama y cáncer de ovario. Todo eso ocurre porque la lactancia materna no es “una forma más”, ni ”la forma ideal”, de alimentar a los bebés, sino que es el mecanismo que la evolución ha creado y perfeccionado para que el ser humano inicie su desarrollo en forma óptima y para mantener a la madre más saludable, sin contaminar el ambiente.
Además, un destete brusco puede tener consecuencias emocionales, tanto en la madre como en el bebé, como inseguridad, tristeza, miedo, sensación de desapego, y causar congestión mamaria dolorosa.
En conclusión, cuando se enferma una madre que está amamantando, se debe evaluar si es necesario que tome un medicamento y, si es así, se debe elegir un fármaco compatible con la lactancia, lo cual no es difícil, porque la mayoría de los fármacos lo son; considerando que el amamantamiento es sumamente importante para madre y bebé, y que el destete precoz y la alimentación con fórmula conllevan grandes riesgos para ambos.
Milagro Raffo Neyra
Pediatra y Neonatóloga
RNE N° 3755
Comenzaremos por definir qué son los mitos y las creencias. Un mito es atribuirle a algo, características que no tiene, y creencia es el completo crédito que se da a un hecho como cierto.
Existen mitos y creencias en las diferentes culturas, sobre diversos temas, y la lactancia materna no es una excepción. Pueden causar desánimo o temor e incluso ocasionar la suspensión de la lactancia, perjudicando la salud de la madre y del bebé.
La investigación científica ha permitido demostrar que muchos no son ciertos. Vamos a mencionar algunos:
“El bebé no debe recibir la leche de los primeros días (calostro), porque le hace daño”
Falso. El calostro es importante para el bebé ya que es rico en compuestos que actúan contra las infecciones e impulsan el desarrollo. Además, es laxante, estimula la eliminación de las primeras deposiciones (meconio) disminuyendo el riesgo de ictericia (color amarillo de la piel).
“Los primeros días, la leche – llamada calostro – es insuficiente para el recién nacido”
Falso. Las cantidades relativamente pequeñas de calostro ayudan al recién nacido a adaptarse a la alimentación por boca. Con pequeños volúmenes, puede coordinar mejor la succión del pecho con la deglución y la respiración, y no atorarse. Además, esas cantidades están en concordancia con el pequeño tamaño del estómago del bebé.
“El bebé necesita agua extra para calmar la sed”
Falso. La leche materna tiene toda el agua que necesita el bebé. Al dar otros líquidos, hay riesgo de que se contaminen y produzcan diarrea o que el bebé ya no quiera lactar y disminuya la producción de leche por la falta de estímulo.
“Todos los lactantes necesitan tomar agua de anís o medicamentos para los gases”
Falso. Los gases se producen normalmente en la digestión y se eliminan en forma espontánea. En caso se produzca un exceso de gases o cólicos se debe consultar al pediatra.
“Jugos y otras bebidas o alimentos ayudan a ‘formar el estómago’ del bebé los primeros meses”
Falso. La leche materna es todo lo que el bebé necesita los primeros 6 meses. La introducción de otros alimentos puede causar problemas al bebé y disminuir la producción de leche en la madre.
“Si el bebé tiene diarrea, hay que suspender la lactancia.”
Falso. La leche materna ayuda al bebé a recuperarse de la diarrea, lo hidrata y lo nutre.
“Si la madre lava ropa o toma helados, la leche sale fría y produce cólicos y deposiciones verdes”
Falso. La leche sale siempre a la temperatura del cuerpo, igual que la orina, por ejemplo.
“Si la madre tiene gases o estreñimiento, se los transmite al bebé en la leche”
Falso. Los gases de la madre no se pueden transmitir a la leche porque no se absorben en el intestino.
“Es necesario tomar bastante líquido para tener bastante leche”
Falso. La sed determina la cantidad de líquido que requiere el organismo. Tomar más líquidos, no aumenta la producción de leche.
“Es necesario tomar leche para producir más y mejor leche materna”
Falso. La leche no es indispensable en la dieta de una madre que da de lactar ni hace que se produzca más ni mejor leche. Si a la madre le agrada, puede tomarla, aunque a muchos adultos les produce molestias digestivas y no deben consumirla.
“Ciertos líquidos, alimentos o yerbas aumentan la producción de leche”
Si bien puede haber sustancias que aumentan la producción de leche (galactogogas), la mayoría no se han estudiado. Algunas pueden tener un efecto psicológico positivo en la mujer, pero hay riesgo de que el exceso de alguna pueda producir efectos no deseados. Otras veces no le agradan a la madre y las toma sacrificándose innecesariamente. La mejor manera de aumentar la producción de leche es la succión frecuente del bebé.
“Después de 6 meses o un año, la leche materna no alimenta”
Falso. Aunque después de los 6 meses se debe complementar con otros alimentos, la leche siempre contiene nutrientes importantes para el crecimiento y desarrollo del niño y compuestos que lo ayudan a evitar las infecciones o a combatirlas.
“Las madres desnutridas no pueden dar el pecho”
Falso. Ellas necesitan mejorar su nutrición por su propia salud y apoyo para amamantar frecuentemente, pero deben continuar amamantando al bebé.
“El estrés o la cólera impiden que la madre produzca leche.”
Falso. A veces pueden interferir transitoriamente con la salida de la leche, pero no con la producción, que depende de la succión frecuente. Se debe procurar un ambiente tranquilo para la madre.
“Las relaciones sexuales pueden dañar la leche materna”
Falso. La pareja puede reanudar su vida sexual cuando la mujer se haya recuperado del parto y ambos lo deseen. La leche no se afectará.
“Si la madre sale embarazada no debe continuar la lactancia”
Falso. La mujer puede continuar con la lactancia durante el embarazo y después del parto puede seguir amamantando a ambos bebés.
“Si la madre enferma o toma medicamentos, se debe suspender la lactancia”
Falso. Con la mayoría de las enfermedades y medicamentos se puede continuar la lactancia. Es más, en los problemas infecciosos el organismo materno produce defensas que pasan a través de la leche y evitan o atenúan la enfermedad en el bebé.
“Los medicamentos disminuyen la cantidad de leche que se produce”
Falso. La mayoría de los medicamentos no tienen ese efecto. Lo que disminuye la producción de leche es que el bebé lacte con poca frecuencia o deje de lactar.
“Ya no se puede volver a dar el pecho una vez que se ha interrumpido la lactancia.”
Falso. Una madre que ha dejado de dar el pecho puede, en muchos casos, volver a hacerlo, con el apoyo necesario.
“La lactancia materna, hace que los pechos se caigan”
Falso. Los pechos van cambiando poco a poco, con las sucesivas menstruaciones y embarazos y, con el tiempo, pierden elasticidad y se ponen más flácidos.
Como hemos podido apreciar, la mayoría de las afirmaciones mencionadas no sólo son falsas, sino que pueden ser perjudiciales.
Las madres deben buscar la información sobre lactancia y crianza en fuentes confiables, para poder brindar a sus hijos lo mejor, como es su deseo, y disfrutar de esa hermosa etapa de la vida.
Dra. Milagro Raffo Neyra
Médico pediatra y Neonatólogo
Miembro Emérito de la SPP