Dr. Juan Carlos Torres Salas
Médico Pediatra Neumólogo
Miembro Asociado de la SPP
Dr. Juan Carlos Torres Salas
Médico Pediatra Neumólogo
Miembro Asociado de la SPP
¿Por qué se presentan?
¿Cómo responder?
¿Son los “terribles dos años”?
Con más de 20 años trabajando con niños, muchas veces estuve frente a madres en el consultorio, quienes envueltas en llanto desconsolado me dijeron: “Gus, ya no puedo más, no sé qué hacer con mi hijo”. No son pocas las madres que me confesaron, también con lágrimas y profundo arrepentimiento, que pusieron a sus hijos bajo la ducha fría cuando el berrinche estaba en su punto máximo: “No sé por qué lo hice, pero ahora que lo confieso, me siento mejor”.
Lo cierto es que las rabietas se presentan en casi todos los niños, muchas veces suceden en lugares públicos, con gran, moderada o poca intensidad, y la vergüenza pasa a ser un elemento que empeora las cosas y hasta entorpece nuestra manera de responder. La gente observa, critica, murmura, y lejos de ayudar con la situación, generan que los padres reaccionen de manera inadecuada presos de las miradas de todos.
LAS RABIETAS:
Son una expresión de rabia o ira producto de la frustración que sienten frente a sus limitaciones. Estas limitaciones consisten en no poder expresarse verbalmente, o no poder comprender en su totalidad las cosas. Del mismo modo, los niños pequeños no deciden lo que deben o pueden hacer, ni pueden hacer lo que desean a la perfección. Todo esto genera que estallen en rabia, y dependiendo de cual sea la expresión de ira, llevará un nombre específico:
En principio, los rabietas se presentan en la mayoría de niños, en mayor o menor intensidad, entre los 12 meses de edad hasta los 4 años aproximadamente. En este periodo, los niños que generalmente están empezando a caminar y a explorar el mundo, quieren intentar hacer de todo, excepto lo que los padres desean que hagan. Se está desarrollando la autonomía, están pasando de la dependencia de la infancia hacia la independencia de la niñez. De pronto sienten que, al tener autonomía de movimiento y mejor uso motor de su cuerpo, son capaces de hacer muchas cosas, y quieren hacerlo todo, sin embargo, son muy pequeños para entender los límites y, o en muchos casos, los peligros, o lo que es posible y lo que no. En inglés hay un término que define a este periodo: TODDLER, y que son justamente los niños pequeños que están aprendiendo a caminar o que ya lo hacen. La definición en rangos de edades para este término varía de acuerdo a la entidad que lo publica, pero generalmente empieza a los 12 meses de vida y termina entre los 3 o 4 años.
Por otro lado, los pequeños están recién empezando a desarrollar la autoconciencia o autocontrol emocional y no comprenden lo que significa controlarse a sí mismos emocionalmente. La capacidad de autocontrol necesita de la habilidad de formar imágenes mentales simbólicas de hechos pasados, conectarlas con lo que les han dicho que ejecuten, o lo que no deben hacer, y de esta manera pueda el niño monitorear su propia conducta. Por lo tanto, mientras más pequeño, más difícil será que se auto controle, o que entienda lo que debe o no debe hacer o pedir. Para lograr el autocontrol emocional entonces los niños deben alterar o demorar una acción sobre la base de la información recordada para adaptarse a lo que conocen como socialmente aceptado.
El autocontrol se logra a distintas edades en los niños, pero podríamos decir que aproximadamente entre los 3 a 4 años de edad la mayoría lo alcanza. Depende de muchos factores: el nivel de energía de cada niño, el temperamento, la maduración, el entorno familiar, la necesidad de exploración, que es diferente en cada niño, y la habilidad para la comprensión y expresión verbal, o sea, si ya pueden entender y expresarse con palabras. Toda esta incapacidad de auto-controlarse, asociada con la incapacidad de hablar, sobre todo en los más pequeños, es lo que los lleva a la frustración de no entender por qué no pueden hacer o recibir lo que están demandando, y es así como empiezan estás expresiones de frustración llamadas rabietas, pataletas, o berrinches.
¿CÓMO EMPIEZAN?
Obviamente, hay situaciones que van a aumentar el riesgo de una rabieta como, por ejemplo, si está cansado porque no durmió cuando debía, o si tiene hambre. También podrían suceder si se dio un cambio en su rutina, ya que eso aumenta notablemente la ansiedad en los niños, incluso en cualquier persona a toda edad.
En primer lugar, la clave, como siempre digo, más que solucionar un problema, es evitar que éste se produzca, por lo que debemos evitar situaciones de riesgo obviando salidas a la hora de la siesta o de la comida, o quizás llevando con ustedes una merienda. En segundo lugar, es vital entender que cuando un niño presenta una rabieta no está tratando de manipularnos, esa rabieta es la expresión final de todo un conjunto de hechos en los que nosotros estamos también involucrados. Está reflejando su falta de maduración, su incapacidad de hablar o de auto-controlarse, o quizás, nuestra falta de comprensión hacia ellos.
Es normal que las rabietas sucedan, y generalmente se producen porque de pronto los niños tienen un deseo, y no entienden la razón por la que no pueden ser correspondidos. En su mundo de niños pequeños nadie les explicó, o son incapaces de entender, que hay demandas imposibles de conceder como, por ejemplo, jugar a lanzar piedras a los cristales, o acercarse a la ventana de un piso 15, o quizás que les compres un juguete carísimo, o simplemente querer el juguete de alguien más. Sin embargo, a veces lo que los niños demandan son cosas muy simples, fáciles de proveer, y no tiene sentido imponer conductas de estricta disciplina para asuntos simples. A veces, se puede ceder.
Sí es importante establecer límites para cuestiones en las que la vida o la seguridad de los niños está comprometida, pero de tanto en tanto, podemos ceder un poquito, y otras definitivamente no. No existe una receta perfecta e infalible, y la razón es muy sencilla: no hay dos niños iguales, ni padres iguales a otros. Cada escenario es distinto y especial, y merece de nuestra observación, paciencia y comprensión. Así también, dependerá de la edad del niño, ya que como hemos visto, la edad y la maduración del pequeño es un factor determinante.
CONSEJOS PARA LIDIAR CON LAS PATALETAS:
En primer lugar, es importante dejar muy en claro que no existe una receta mágica e infalible para lidiar con las rabietas. Cada niño es diferente y cada familia tiene una realidad particular. Sin embargo, los siguientes consejos podrían ayudarte:
Finalmente, recuerda que todo esto es temporal y que pronto será sólo un recuerdo. Piensa en tus rabietas actuales, en tus deseos no logrados, y en las decenas de veces que quisiste mandar todo a rodar y pudiste contenerte. Tu hijo no tiene tu madurez, entiéndelo, que aprenda de ti, de tu forma de actuar. No hay nada que el tiempo y tú no puedan lograr.
FUENTE:
Dr. Gustavo Rivara Dávila
Pediatra-Neonatologo
Miembro Titular
de la Sociedad Peruana de Pediatría
Sabías que el 72% de los niños y adolescentes peruanos de 6 a 17 años tienen acceso a internet y el adolescente que tiene conexión ilimitada a internet suele conectarse por más de 2 horas diarias a este, además se reporta que 1 de cada 3 adolescentes tiene uso problemático de internet y redes sociales.
8 de cada 10 padres reconocen que no hacen un seguimiento adecuado de sus hijos en el uso de las Tecnologías de Información y Comunicación (TIC), además refieren que no tienen la misma capacidad de manejo de ellas como sus hijos.
El uso de las TIC trae beneficios en los adolescentes como facilidades para el aprendizaje, socialización con sus compañeros, mejora la creatividad, facilidad de la geolocalización, pero también puede traer riesgos por su uso inadecuado.
Esto se puede evitar si seguimos algunos consejos especiales:
Los padres debemos estar atentos a cualquier cambio que notemos en nuestro hijo adolescente, recordando siempre que la comunicación con ellos es lo más importante
Dra. Isabel Gómez Bonett
Medica-Pediatra
Miembro titular de la SPP
Secretaria del Capítulo de Adolescencia de la SPP
Es importante saber que, en la mayoría de los casos, cuando las madres toman medicamentos pueden, y deben, continuar con la lactancia. Lamentablemente, con mucha frecuencia, es una razón por la que se suspende la lactancia y, para colmo, por recomendación de un médico u otro profesional de la salud.
Si bien la mayoría de los medicamentos pasan a la leche, lo hacen en muy pequeñas cantidades, que no son dañinas para los bebés.
Son muy pocos los medicamentos que pueden causar algún problema al bebé o disminuir la producción de leche, además se usan infrecuentemente y muchas veces se pueden reemplazar por otros no dañinos o, en ocasiones, puede postergarse su uso hasta después de completar el periodo de lactancia.
Suspender la lactancia conlleva más riesgo que continuarla cuando la leche materna contiene una pequeña cantidad de algún medicamento.
Por ello, cuando se tienen dudas acerca del efecto de un determinado medicamento sobre el bebé, se debe consultar una fuente de información confiable. Una fuente de información muy completa y accesible es la página web e-lactancia.org, donde no sólo informan sobre fármacos sino sobre productos alternativos, hierbas, procedimientos, contaminantes, enfermedades maternas y del lactante, en base a la investigación científica y a las evidencias actuales. El prospecto que viene en el envase del medicamento es la fuente menos recomendable, ya que casi siempre dice que el fármaco no se debe usar durante la lactancia o que su uso acarrea algún peligro o, en el mejor de los casos, sugiere que consulte a su médico y, como dijimos al inicio, a veces es el médico quien suspende la lactancia porque no tiene la información precisa o porque cree que la lactancia y la alimentación con fórmula son equiparables.
Al suspender la lactancia y alimentar a los bebés con fórmula, se les deja de proporcionar los elementos necesarios para su óptimo crecimiento y desarrollo, tanto físico como emocional, y los pone en riesgo de enfermedades como otitis, diarrea, neumonía, alergias, etc… y aún, años después del periodo de lactancia, los niños que fueron alimentados con fórmula cuando eran bebés, tienen más riesgo de esas mismas enfermedades y de otras condiciones, como obesidad, diabetes, leucemia, menor cociente de inteligencia, etc … y las madres también sufren más de diabetes tipo 2, presión arterial alta, cáncer de mama y cáncer de ovario. Todo eso ocurre porque la lactancia materna no es “una forma más”, ni ”la forma ideal”, de alimentar a los bebés, sino que es el mecanismo que la evolución ha creado y perfeccionado para que el ser humano inicie su desarrollo en forma óptima y para mantener a la madre más saludable, sin contaminar el ambiente.
Además, un destete brusco puede tener consecuencias emocionales, tanto en la madre como en el bebé, como inseguridad, tristeza, miedo, sensación de desapego, y causar congestión mamaria dolorosa.
En conclusión, cuando se enferma una madre que está amamantando, se debe evaluar si es necesario que tome un medicamento y, si es así, se debe elegir un fármaco compatible con la lactancia, lo cual no es difícil, porque la mayoría de los fármacos lo son; considerando que el amamantamiento es sumamente importante para madre y bebé, y que el destete precoz y la alimentación con fórmula conllevan grandes riesgos para ambos.
Milagro Raffo Neyra
Pediatra y Neonatóloga
RNE N° 3755
“Instruye al niño en su camino, y aún cuando fuere viejo no se apartará de él”
(Proverbios 22:6)
Dr. Aníbal Del Águila Escobedo
Médico Pediatra
CMP 22628 RNE 14218
Miembro Titular de la SPP